Reflexiones

Monday, February 26, 2007

Unidad de los Profetas
by Abdu'l-Baha

Las Santas Manifestaciones que han sido fuentes fundadoras de los diversos
sistemas religiosos están unidas y de acuerdo en sus propósitos y enseñanzas. Abraham, Moisés, Zoroastro, Buda, Jesús, Muhammad, el Báb y Bahá'u'lláh son uno en espíritu y realidad. Además cada Profeta cumplió la promesa de Aquel que vino antes que Él y, a su vez, cada Uno anunció a Aquel que habría de seguirle.
Considerad cómo Abraham predijo la venida de Moisés, y Moisés encarnó la declaración abrahámica. Moisés profetizó el ciclo mesiánico, y Cristo cumplió la ley de Moisés. Es evidente, por tanto, que las santas Manifestaciones que fundaron los sistemas religiosos están unidas y de acuerdo; no hay diferenciación posible en sus misiones y enseñanzas; todos son espejos que reflejan la realidad, y todos promulgan la religión
de Dios. La religión divina es la realidad y la realidad no es múltiple; es una. Por tanto, los fundamentos de los sistemas religiosos son uno debido a que todos provienen de la realidad indivisible; pero los seguidores de estos sistemas han disentido; discordia, lucha y guerra han surgido entre ellos, pues abandonaron el fundamento y se adhirieron a lo que sólo es imitación y apariencia. Puesto que las imitaciones difieren, el resultado es enemistad y disensión. Por ejemplo, Jesucristo -¡que mi espíritu sea sacrificado por Él- echó los cimientos de la realidad eterna, pero después de su partida muchas sectas y divisiones aparecieron en la cristiandad. ¿Cuál fue la causa de ello? No cabe duda de que se originó en imitaciones dogmáticas, pues los principios de Cristo eran la realidad misma, en la cual no existe divergencia. Cuando aparecieron las imitaciones, se formaron las sectas y grupos disidentes.
Si los cristianos de todos los grupos de disidentes investigaran la realidad, los principios de Cristo los unirían. No quedaría enemistad u odio porque todos estarían bajo la guía única de la realidad misma. Del mismo modo, y en un plano más amplio, si todos los sistemas religiosos existentes se apartasen de las imitaciones ancestrales e investigaran la realidad buscando el significado verdadero de los Libros Sagrados, se unirían y concordarían sobre el mismo fundamento, la realidad misma.
Mientras sigan doctrinas falsas o imitaciones en vez de la realidad, existirán la discordia y la animosidad, y éstas aumentarán. Dejadme ilustrar esto. Moisés y los profetas de Israel anunciaron el advenimiento del Mesías pero lo expresaron en lenguaje simbólico. Cuando Cristo apareció, los judíos lo rechazaron aunque estaban esperando su manifestación y en sus templos y sinagogas exclamaban y se lamentaban diciendo "¡Oh Dios, apura la venida del Mesías!". ¿Por qué lo negaron cuando se anunció? Porque habían seguido formas e interpretaciones ancestrales y estaban ciegos a la realidad de Cristo. No habían percibido
los íntimos significados de la santa Biblia. Proclamaron sus objeciones diciendo: "Estamos esperando a Cristo, pero su venida está condicionada al cumplimiento de ciertos anuncios proféticos. Entre las señales del advenimiento hay una que dice que vendrá de un lugar desconocido, en tanto que ahora este presunto Mesías ha venido de Nazaret. Conocemos su casa y conocemos a su madre". "Segundo, una de las señales o condiciones mesiánicas es que su cetro sería una vara de hierro y este Cristo ni siquiera tiene tallado de
madera. Tercero, Él debía sentarse en el trono de David, mientras que este rey mesiánico se halla en el más extremo estado de pobreza y ni siquiera tiene una esterilla. Cuarto, Él debía conquistar el Este y el Oeste. Esta persona no ha conquistado siquiera una villa. ¿Cómo puede ser el Mesías?
Quinto, Él promulgaría las leyes de la Biblia. Éste no sólo no las ha promulgado, sino que ha infringido la ley sabática. Sexto, el Mesías reuniría a todos los judíos dispersos en Palestina y les restauraría el honor y el prestigio, pero éste en vez de elevarlos los ha degradado. Séptimo, durante su soberanía incluso los animales disfrutarían de
bendiciones y comodidades, pues de acuerdo a los textos proféticos, Él establecería la paz con tal alcance universal que el águila y la codorniz vivirían juntas, el león y el ciervo se alimentarían en la misma pradera, el lobo y el cordero pacerían juntos. En el reino humano la guerra cesaría completamente; las lanzas se convertirán en hoces y las espadas en arados.
Ahora vemos en el día de este pretendido Mesías que prevalece tal injusticia que incluso él mismo es sacrificado. ¿Cómo podría ser el Cristo prometido?" Y así expresaron palabras infamantes referidas a Él. Ahora bien, al estar los judíos sumergidos en el mar de las imitaciones ancestrales no podían comprender el significado de estas profecías. Todas
las palabras de los profetas se cumplieron, pero debido a que los judíos se aferraron tenazmente a interpretaciones hereditarias, no entendieron los significados ocultos de la sagrada Biblia; por consiguiente, negaron a Jesucristo, el Mesías. El propósito de las palabras proféticas no era el significado externo o literal, sino el significado simbólico oculto. Por
ejemplo, fue anunciado que el Mesías debía venir de un lugar desconocido.
Esto no se refería al lugar del nacimiento del cuerpo físico de Jesús. Se refería a la realidad de Cristo, es decir, la realidad de Cristo debía aparecer de un reino invisible, pues la realidad de Cristo es sagrada y santificada por encima del lugar.
Su espada sería de hierro. Esto significa que el instrumento era su lengua, la cual debía separar la verdad de lo falso, y mediante esa gran espada de ataque él conquistaría los reinos de los corazones. Él no conquistó por el poder físico de una vara de hierro; conquistó el Este y
el Oeste mediante la espada de su prolación.
Estaba sentado en el trono de David, pero su soberanía no era napoleónica ni el dominio efímero del faraón. El reino de Cristo era sempiterno, eterno en el cielo de la Voluntad divina.
Al promulgar las leyes de la Biblia, la realidad de la Ley de Moisés era su propósito. La ley del Sinaí es el fundamento de la realidad de la cristiandad. Cristo la promulgó y le dio una expresión espiritual más elevada. Conquistó y subyugó al Este y al Oeste. Su conquista se efectuó a través de los hálitos del Espíritu Santo, el cual eliminó todas las fronteras y brilló en todos los horizontes.
En su día, de acuerdo a la profecía, el lobo y el cordero beberían de la misma fuente. Ello se realizó en Cristo, la fuente a que se hace referencia es el Evangelio, del cual mana el agua de vida. El lobo y el cordero son las razas divergentes y opuestas simbolizadas por estos
animales. Su reunión y asociación eran imposibles, pero al convertirse en creyentes de Jesucristo aquellos que anteriormente eran como lobos y corderos se unieron mediante las palabras del Evangelio. La idea es que todos los significados de las profecías se cumplieron, pero debido a que los judíos eran cautivos de la imitaciones ancestrales y no percibían la realidad de los significados de estas palabras, negaron a Cristo. Más aún, fueron tan lejos que lo crucificaron. Considerad cuan dañina es la imitación. Estas eran interpretaciones transmitidas por padres y ancestros, y debido a que los judíos se aferraron a ellas fueron
privados del Espíritu Divino. Es evidente, entonces, que debemos abandonar tales imitaciones y creencias para que no cometamos este error. Debemos investigar la realidad, dejar de lado nociones egoístas y desterrar el rumor de nuestras mentes. Los judíos
consideran a Cristo enemigo de Moisés, mientras que Cristo (al contrario) promovió la Palabra de Moisés. Esparció el nombre de Moisés a través de Oriente y Occidente. Promulgó las enseñanzas de Moisés. Si no hubiera sido por Cristo, no habríais oído el nombre de Moisés; y si la manifestación mesiánica no hubiese aparecido en Cristo, no hubiésemos recibido el Antiguo Testamento. La verdad es que Cristo cumplió la ley mosaica y apoyó a Moisés en todas formas; pero los judíos, cegados por las imitaciones y los prejuicios, lo
consideran enemigo de Moisés.
Entre los grandes sistemas religiosos del mundo está el Islám. Cerca de trescientos millones de personas lo aceptan. Por más de mil años ha habido enemistad y lucha entre musulmanes y cristianos, debido a la desavenencia y la ceguera espiritual. Si los prejuicios y la imitación se abandonasen, no habría enemistad alguna entre ellos y estos cientos de millones de religiosos antagónicos adornarían el mundo de la humanidad con su unidad.
Ahora deseo pediros vuestra atención sobre un punto muy importante. Todo el Islám considera el Qur'án la Palabra de Dios. En este Libro Sagrado hay textos explícitos que no son tradicionales, declarando que Cristo era la Palabra de Dios, que Él era el Espíritu de Dios, que Jesucristo vino a este mundo mediante los hálitos vivificadores del Espíritu Santo y que María, su madre, era santa y santificada. En el Qur'án hay todo un capítulo dedicado a la historia de Jesús. Allí se registra que en el tiempo de su juventud Él adoraba a Dios en el templo de Jerusalén, que el maná descendía del cielo para su sustento y que hablaba apenas nacido. En suma, en el Qur'án hay elogios y alabanzas a Cristo que no pueden encontrarse en el Evangelio. El Evangelio no registra que el niño Jesús hablaba al momento de nacer o que Dios hizo descender su sustento desde el cielo, pero en el Qur'án se declara repetidamente que Dios enviaba el maná día tras día como alimento para Él. Además, es significativo y convincente el hecho de que cuando Muhammad proclamó su obra y misión, la primera objeción a sus propios seguidores fue: "¿Por qué no habéis creído en Jesucristo? ¿Por qué no habéis aceptado el Evangelio? ¿Por qué no habéis creído en Moisés? ¿Por qué no habéis seguido los preceptos del Antiguo Testamento? ¿Por qué no habéis entendido a los Profetas de Israel? ¿Por qué no habéis creído en los discípulos de Cristo? El primer deber
obligatorio para vosotros, oh árabes, es el de aceptarlos y creer en ellos.
Debéis considerar a Moisés como un Profeta. Debéis aceptar a Jesucristo como la Palabra de Dios. Debéis saber que el aceptar a Jesucristo como la Palabra de Dios. Debéis saber que le Antiguo y el Nuevo Testamento son la Palabra de Dios. Debéis creer en Jesucristo como el producto del Espíritu Santo". Su pueblo respondió: "¡Oh Muhammad! Seremos creyentes aunque nuestros padres y ancestros no lo eran, y estamos orgullosos de ello. Pero, dinos, ¿qué será de nuestros padres?". Muhammad respondió: "Os declaro que ocupan el más bajo estrato del infierno debido a que no creyeron en Moisés y en Cristo y no aceptaron la Biblia; y aunque ellos son mis propios ancestros, aun así se hallan desesperados en el infierno".
Este es un texto explícito del Qur'án; esto no es una narración o tradición sino el Qur'án mismo, el cual es conocido por la gente. Por tanto, es evidente que la ignorancia y los malentendidos son los que han causado tanta guerra y lucha entre los musulmanes y cristianos. Si ambos hubieran investigado la verdad básica en sus creencias religiosas, el
producto sería la unidad y el acuerdo; la lucha y la amargura hubieran desaparecido para siempre y el mundo de la humanidad hubiera encontrado la paz y la serenidad. Considerad que hay doscientos cincuenta millones de cristianos y trescientos millones de musulmanes. ¡Cuanta sangre se ha derramado en sus guerras! ¡Cuantas naciones han sido destruidas! ¡Cuantos niños han quedado huérfanos! ¡Cuántos padres y madres han logrado la pérdida de sus hijos y seres queridos! Todo esto se ha debido a los prejuicios, desavenencias e imitaciones de creencias ancestrales, sin una investigación de la realidad. Si los Libros Sagrados hubiesen sido correctamente comprendidos, ninguna de estas discordias o aflicciones hubiesen existido, sino que el amor y el compañerismo habrían prevalecido
en su lugar. Esto también se aplica a todas las demás religiones. Las condiciones que he nombrado se aplican a todas por igual. El propósito esencial de la religión de Dios es establecer la unidad entre los hombre.
Las divinas Manifestaciones fueron los fundadores de los instrumentos del compañerismo y el amor. No vinieron para crear discordia, lucha y odio en el mundo. La religión de Dios es la causa de amor, pero si se convierte en fuente de enemistad y derramamiento de sangre, de seguro su ausencia es preferible a su existencia, pues entonces se vuelve satánica, dañina, un obstáculo para el mundo humano.
Los diversos pueblos y naciones de Oriente estaban en un estado de antagonismo y lucha, manifestando la más extrema enemistad y odio los unos hacia otros. La oscuridad circundaba la mundo de la humanidad. En un momento como éste apareció Bahá'u'lláh. Eliminó todas las imitaciones y prejuicios que habían causado la separación y las avenencias y echó las bases de la única religión de Dios. Cuando esto se realizó, musulmanes,
cristianos, judíos, zoroastrianos y budistas, todos se unieron con verdadero amor y camaradería. Las almas de todas las naciones que siguieron a Bahá'u'lláh se volvieron como una sola familia viviendo en acuerdo y armonía, deseando sacrificar la vida los unos por los otros. El musulmán da la vida por el cristiano, el cristiano por el judío y todos ellos por el zoroastriano. Viven juntos en amor, camaradería y unidad. Han alcanzado la condición de renacimiento en el Espíritu de Dios. Han sido resucitados y regenerados mediante los hálitos del Espíritu Santo. ¡Alabado sea Dios! Esta luz ha venido del Este y con el tiempo no habrá
discordia ni enemistad en el Oriente. Mediante el poder de Bahá'u'lláh todos estará unidos. Él izó este estandarte de la unidad de la humanidad en la prisión. Cuando se hallaba sometido al destierro por dos reyes, mientras era un refugiado de los enemigos de todas las naciones, durante los días de su largo encarcelamiento, escribió a los reyes y gobernantes
del mundo con palabras de maravillosa elocuencia, acusándolos seriamente y convocándolos al divino estandarte de la unidad y justicia. Los exhortó a la paz y al acuerdo internacional, haciéndolos responsables del establecimiento de un cuerpo internacional de arbitraje, de un congreso de naciones con delegados seleccionados de todos lo s países y gobiernos, que construiría una corte universal de justicia para solucionar disputas internacionales. Escribió a la Reina Victoria de Gran Bretaña, al Zar de Rusia, al Emperador de Alemania, a Napoleón III de Francia y a otros, invitándolos a la unidad y paz mundiales. Mediante un poder celestial Él fue capaz de promulgar estos ideales en Oriente, los reyes no podían resistirse. Se esforzaron por extinguir su luz, pero esto sólo sirvió para aumentar su intensidad e iluminación. Mientras estaba en prisión, enfrentó al Sháh de Persia y al Sultán de Turquía y promulgó sus enseñanzas hasta que estableció firmemente la bandera de la verdad y la unidad de la humanidad. Yo estuve prisionero con Él durante cuarenta años hasta que los jóvenes turcos del Comité de Unión y Progreso derrocaron el despotismo de 'Abdu'l-Hamid; lo destronaron y proclamaron la libertad. Este comité me liberó de la tiranía y la opresión; de otro modo hubiese estado en prisión hasta los últimos días de mi vida. Mi intención es ésta: que Bahá'u'lláh en prisión fue capaz de proclamar y establecer los fundamentos de la paz aunque dos reyes despóticos eran sus enemigos y opresores. El rey de Persia, Násri'd-Din Sháh, había matado veinte mil bahá'ís, mártires que con absoluto desprendimiento y completa disposición ofrendaron alegremente sus vidas por su fe. Estos dos reyes poderosos y tiránicos no pudieron contrarrestar a un prisionero...
... Este Prisionero mantuvo en alto el estandarte de la humanidad y condujo al pueblo de Oriente al acuerdo y la unidad. Hoy, en Oriente, sólo aquellos que no siguieron a Bahá'u'lláh están en oposición y enemistad. Los pueblos de las naciones que lo han aceptado como estandarte de guía divina disfrutan una condición de verdadera camaradería y amor. Si
asistierais a una reunión en el Este, no podríais distinguir entre cristiano y musulmán, no podríais saber quién fue zoroastriano, judío o budista; han fraternizado tan completamente que sus diferencias religiosas se han nivelado. Se asocian con el más extremo amor y fragancia espiritual, como si perteneciesen a una familia, como si fueran un solo pueblo.

Published in La Promulgación de la Paz Universal por 'Abdu'l-Bahá, pages 197-203

Lima 26 de Febrero 2007-GersonElias