Saturday, August 19, 2006

Presencia Divina

Por Gerson Elias tema Soberanía

WAYRA
(LAS HUELLAS DE LA PRESENCIA DIVINA)
En el siglo XII aparece una aspiración al conocimiento ligado a una intuición original en constante relación al yo profundo. Y esta intuición debe ser considerada como efecto de una simpatía que transporta «al interior de un objeto», para coincidir con lo que en él hay de único y, por consiguiente, de inexpresable. Bergson ha mostrado cómo es posible hacer coincidir lo real con la conciencia en la medida en que se elimina cuanto pueda obstaculizar la aprehensión de lo real. Los monjes destruyen estos obstáculos por la ascesis de los sentidos y más aún del corazón, de ahí la importancia dada a la renuncia considerada en sus diversas formas. Sólo la mirada purificada puede captar la presencia del símbolo y percibir su significado.
Claro que los hombres del siglo XII no siempre saben distinguir por sí mismos los símbolos en las imágenes que pueden contemplar en las piedras de sus iglesias románicas. En realidad están dirigidos, enseñados y de algún modo conducidos. La atmósfera religiosa que los impregna les permite no errar y descubrir lo esencial, ya que «los hombres creen más gustosos aquello que les cuentan que aquello que observan». Esta frase de Alain es particularmente válida para la época que nos concierne, ya que son escasos los espíritus críticos que piensan por sí mismos, y no porque sean incapaces, sino porque el medio en el que viven no les incita a la libertad de pensamiento y expresión: otros piensan por ellos. Sin embargo, la mentalidad simbólica es innata en unos hombres íntimamente ligados y alimentados por el mundo de lo invisible, como un embrión es alimentado por la madre que lo lleva en su seno.
La percepción de la realidad del símbolo encuentra la realidad del yo profundo; por supuesto es importante no confundir este yo espiritual con la conciencia de orden psicológico. Por eso el hombre románico no sólo no se encuentra desorientado por la presencia del símbolo, sino que al contrario halla así su propia patria, comulga con lo que el símbolo expresa y percibe en sí mismo un eco de lo que capta. De igual modo que el niño distingue en lo que le rodea lo que necesita y discierne respuestas a sus preguntas, el hombre del siglo XII encuentra en el arte una respuesta a su apetito espiritual y a sus problemas.
El símbolo crea una relación entre la fuente original del hombre y su finalidad, es decir, conduce al hombre de su origen a su término, siendo origen y término igualmente divinos.
De la atención puesta en la búsqueda de la presencia divina nace la vigilancia ejercida respecto a los signos que la manifiestan. En su viaje terrestre el símbolo será el maná que alimenta al peregrino en su caminar por el desierto, y no sólo lo reconforta, sino que se convierte en una prueba de la acertada dirección de su orientación. Cuando la experiencia de Dios está viva en él, el hombre saborea este encuentro; si Dios parece ausente, el hombre busca signos, busca huellas, con el fin de encontrarlo.
Este origen y finalidad del universo románico, es importante que se expresen. El hombre percibe oscuramente la comunidad de suerte y destino que le une al universo, tanto más cuanto en él descubre una sacramentalidad constitutiva de su verdadero alimento espiritual. Este mundo, suspendido como está de Dios, se le aparece lleno de misterios que el conocimiento físico y cósmico no agota. Quiere describirlo, conocerlo y experimentarlo. Pero cuanto más misteriosa es una cosa, más inasible resulta en el lenguaje común. Lo sagrado es por excelencia lo que no puede circunscribirse con palabras. De ahí la relación frecuentemente evocada entre lo sagrado y lo secreto. Lo sagrado no pertenece al campo de lo profano; la realidad sugerida por el símbolo no es jamás ilusoria. Por ello es conveniente encontrar una especie de intermediario para traducir lo inexpresable. Así, en el diálogo del Cantar de los Cantares, el Esposo y la Esposa –lo hemos visto– deben recurrir para representar su amor a expresiones secretas para el no-iniciado, mientras en el lenguaje entre el servidor y su amo, los términos usuales son suficientes. ¿Cómo determinar la belleza del sol y su papel, el agua purificadora, el Paraíso con sus puertas y su árbol?, ¿cómo comunicar a los demás el poder de Dios y la extensión de su reino?; para que el Logos se revele, es preciso moldear la materia. Sea palabra o piedra, hay que darle una forma que desvele lo intraducible y tienda un puente entre dos dimensiones. De ahí la necesidad de recurrir al símbolo y a la imagen que los teólogos, los místicos y los artistas usan ampliamente en el siglo XII.
El símbolo crea una especie de transparencia, por él se opera una presencia de sí consigo mismo. El hombre está orientado, halla su yo verdadero y se encamina en una vía de liberación. El símbolo hace surgir el cuerpo espiritual o cuerpo de resurrección. Del mismo modo que existe una «capacidad de Dios» (capax Dei), podemos hablar justamente de una capacidad de los símbolos (capax symbolorum). El símbolo está lleno de vida, en la medida en que se percibe por un movimiento del alma que se dirige de la periferia hasta el centro. En nuestra existencia cotidiana, miramos y juzgamos según nuestro estado y nuestro punto de vista, y uno y otro se modifican constantemente. Las cosas son para una conciencia media exactamente lo que representan para ella. Lo mismo ocurre con el símbolo. Puede no ser captado por falta de visión.
Si lo ligamos al tiempo, su caducidad aparece de inmediato. En la medida en que se presenta como un modo de lenguaje, revelándonos un conocimiento, es el desvelamiento de una marcha ascendente que rompe con lo provisional, y por ello pertenece a una tierra transfigurada


¿Cómo pueden mis ojos que no son capaces de percibirse a sí mismos, afirmar haber discernido tu Esencia, y cómo puede mi corazón, ya impotente para comprender el significado de sus propias potencialidades, pretender haber comprendido tu naturaleza? ¿Cómo puedo afirmar que te he conocido cuando la creación entera está confundida por tu misterio, y cómo puedo confesar que no te he conocido, cuando, he aquí, todo el universo proclama tu Presencia y atestigua tu verdad? Las puertas de tu gracia han estado eternamente abiertas a todas las cosas creadas y los medios de acceso a tu Presencia han estado a disposición de ellas, y las revelaciones de tu Belleza inigualable han sido grabadas en todo momento sobre las realidades de todos los seres visibles e invisibles. Sin embargo, a pesar de este generosísimo favor, esta dádiva perfecta y consumada, me siento impulsado a declarar que tu corte de santidad y gloria está infinitamente exaltada por encima del conocimiento de todo salvo de ti, y que el misterio de tu Presencia es inescrutable para toda mente salvo la tuya. Nadie salvo tú puede desentrañar el secreto de tu naturaleza y nada salvo tu trascendental Esencia puede comprender la realidad de tu inescrutable existencia. ¡Cuán vasto es el número de aquellos Seres celestiales y todo gloriosos, quienes en el páramo de su separación de ti, han vagado todos los días de su vida y jamás te han encontrado!(1)
El propósito de Dios al crear el hombre ha sido y siempre será, el de capacitarlo para que pueda reconocer a su Creador y alcanzar su Presencia. Todos los Libros sagrados y las importantes Escrituras divinamente reveladas dan testimonio inequívoco de éste el más excelente objetivo, de esta meta suprema. Quienquiera haya reconocido la Aurora de la guía divina y haya entrado en su sagrada corte, se ha acercado a Dios y ha alcanzado su presencia, Presencia que es el verdadero Paraíso y de la cual las más elevadas mansiones del cielo son sólo un símbolo. Tal hombre ha logrado el conocimiento de la posición de Aquel quien está "a la distancia de dos arcos", quien se encuentra más allá del Sadratu'l-Muntahá. Quienquiera no le haya reconocido se habrá condenado a sí mismo a la miseria de la lejanía, que no es sino la nada absoluta y la esencia del fuego abismal. Tal será su destino, aun cuando en apariencia ocupe los más elevados puestos de la tierra y esté establecido sobre su más exaltado trono.(2)


. Tal es el grado de comprensión de esta gente despreciable y de miras estrechas. Esta gente ha imaginado que el flujo de la gracia de Dios, que todo lo abarca, y Sus abundantes favores, cuya interrupción ninguna mente puede concebir, se han detenido. De todos lados se han alzado aparejando los arreos de la tiranía, y han hecho los mayores esfuerzos para apagar, con las amargas aguas de su vana fantasía, la llama de la Zarza ardiente de Dios, olvidando que la mampara del poder protegerá dentro de su poderosa fortaleza a la Lámpara de Dios. La completa miseria en que ha caído la gente de seguro les basta, por cuanto han sido privados del reconocimiento del Propósito fundamental y del conocimiento del Misterio y Esencia de la Causa de Dios. Pues la suprema y más excelsa gracia conferida a los hombres es la de "llegar a la presencia de Dios" y reconocerle, que ha sido prometida a todos. Éste es el más alto grado de gracia concedido al hombre por el Todomunífico, el Antiguo de los Días, y es la plenitud de Su incondicional generosidad hacia Sus criaturas. De esta gracia y generosidad no ha participado nadie de entre esta gente, ni han sido honrados con esta muy exaltada distinción. ¡Cuán numerosos son los versículos revelados que dan testimonio explícito de esta importantísima verdad y exaltado Tema! Y, sin embargo, la han rechazado y, según su propio deseo, han desvirtuado su significado.
Así, Él ha revelado:
"En cuanto a quienes no creen en los signos de Dios, ni en que alguna vez Le encontrarán, ésos perderán toda esperanza de Mi misericordia, y les espera un castigo doloroso".31
También Él dice:
"Quienes tienen en cuenta que llegarán a la Presencia de su Señor, y que a Él volverán."32
También dice en otro lugar:
"Quienes tenían por cierto que habían de encontrarse con Dios, dijeron: '¡Cuántas veces, con el permiso de Dios, una hueste pequeña aplastó a una hueste numerosa!'"33
Y en otro lugar revela:
"Entonces, quien espera llegar a la presencia de su Señor, que haga una obra justa."34
Y también dice:
"Él dispone de todas las cosas. Hace sus signos claros, para que tengáis fe firme en que llegaréis a la presencia de vuestro Señor".35
Esta gente ha repudiado todos estos versículos, que inequívocamente atestiguan la realidad de "llegar a la divina Presencia". Ningún tema ha sido más enfáticamente afirmado en las sagradas escrituras. No obstante, se han privado de este elevado y exaltadísimo rango, de esta suprema y gloriosa posición.
Algunos han sostenido que "llegar a la Divina Presencia" indica la "Revelación" de Dios en el Día de la Resurrección. Si afirmamos que la "Revelación" de Dios significa "Revelación Universal", es claro y evidente que tal revelación existe ya en todas las cosas. La verdad de esto ya la hemos dejado establecida, en cuanto que hemos demostrado que todas las cosas son los recipientes y reveladores del resplandor de ese Rey ideal, y que existen y están manifiestos en los espejos de los seres los signos de la revelación de ese Sol, Fuente de todo esplendor. Es más, si el hombre mirara con el ojo del discernimiento divino y espiritual, fácilmente admitiría que absolutamente nada puede existir sin la revelación del esplendor de Dios, el Rey ideal. Considera cómo todas las cosas creadas atestiguan elocuentemente la revelación de esa Luz interior que hay dentro de ellas. Mira cómo dentro de todas las cosas están abiertos los portales del Ri¤ván de Dios, para que los buscadores alcancen las ciudades del entendimiento y sabiduría y entren en los jardines del conocimiento y poder. Dentro de cada jardín contemplarán a la novia mística del conocimiento interior, guardada en los aposentos de la prolación, llena de gracia y adornada con sus mejores galas.

La mayor parte de los versículos del Qur'án señalan este asunto espiritual y dan testimonio de él. El versículo "Ni hay cosa alguna que no celebre Su alabanza"36 es testimonio elocuente de ello; y "contamos todas las cosas y las anotamos"37, lo atestigua fielmente.
Ahora bien, si "llegar a la Presencia de Dios" quiere decir llegar al conocimiento de tal revelación, es evidente que todos los hombres ya han llegado a la presencia del Semblante inmutable de ese Rey sin igual.

¿Por qué, entonces, restringir tal revelación al Día de la Resurrección?
Y si afirmaran que "Presencia divina" quiere decir la "Revelación Específica de Dios", expresada por ciertos súfíes como la "Más Santa Efusión", si está esto en la Esencia misma, es evidente que ha estado eternamente en el Conocimiento divino. Suponiendo que esta hipótesis sea cierta, obviamente "llegar a la Presencia divina" en este sentido no está al alcance de nadie, ya que esta revelación está limitada a la Esencia más íntima, a la que ningún hombre puede llegar. "El camino está obstruido y es rechazada toda búsqueda". Las mentes de los predilectos del cielo, por muy alto que se eleven, jamás alcanzarán esta posición, cuánto menos podrá el entendimiento de mentes oscuras y limitadas.

Y si dijeren que "Presencia divina" quiere decir la "Re-velación Secundaria de Dios", interpretada como la "Santa Efusión", esto es claramente aplicable al mundo de la creación, es decir, en el reino de la manifestación primordial y original de Dios. Tal revelación se circunscribe a Sus Profetas y Elegidos, por cuanto nadie más poderoso que ellos ha llegado a existir en el mundo del ser.

Todos reconocen esta verdad y dan testimonio de ella. Estos Profetas y Elegidos de Dios son los recipientes y reveladores de todos los atributos inalterables y nombres de Dios. Son los espejos que veraz y fielmente reflejan la luz de Dios. Todo cuanto es aplicable a ellos es en realidad aplicable a Dios mismo, Quien es el Visible y el Invisible. Es imposible conocer y llegar a Aquel Que es el Origen de todas las cosas, si no es conociendo y llegando a esos luminosos Seres que proceden del Sol de la verdad. Por tanto, al llegar a la presencia de esas santas Lumbreras, se llega a la "Presencia de Dios" mismo. A través de su conocimiento se revela el conocimiento de Dios, y a través de la luz de su semblante se manifiesta el resplandor de la Faz de Dios. Mediante los múltiples atributos de estas Esencias del Desprendimiento, que son el primero y el último, el visible y el oculto, se hace evidente que Aquel Que es el Sol de la Verdad es "el Primero y el Último, el Visible y el Oculto."38 Lo mismo vale para los otros sublimes nombres y exaltados atributos de Dios. Por tanto, todo aquel que, en cualquier Dispensación, haya reconocido y llegado a la presencia de estas Lumbreras sublimes, resplandecientes y gloriosas, ciertamente ha llegado a la "Presencia de Dios" mismo y ha entrado en la ciudad de vida inmortal y eterna. Llegar a esa presencia sólo es posible en el Día de la Resurrección, que es el Día de la aparición de Dios mismo a través de Su Revelación que todo lo abarca.(3) Todos y cada uno de vosotros habéis sido llamados a la existencia con el fin de buscar su presencia y alcanzar esa exaltada y gloriosa estación. En verdad, El enviará desde el cielo de su generosidad aquello que os beneficie y todo lo que El os concede generosamente os permitirá prescindir de toda la humanidad. Verdaderamente, en ese Día la erudición de los sabios no servirá de nada y ni el talento de los exponentes del conocimiento, ni la pompa de las personas más altamente distinguidas ni el poder del poderoso, ni el recuerdo del devoto, ni las acciones del hombre recto, ni la genuflexión del adorador arrodillado, ni su postración o mirada dirigida hacia el Qiblih, ni el honor del noble, ni la realeza del que ha nacido en buena familia, ni la nobleza del de noble descendencia, ni el discurso del elocuente, ni los títulos de las gentes prominentes, ninguna de estas cosas les será de beneficio alguno, puesto que todo esto y cualquier cosa que hayáis conocido o comprendido fueron creadas por su mandato "Sé", y es. En verdad, si fuera su voluntad podría seguramente causar la resurrección de todas las cosas mediante una palabra suya. El es, verdaderamente y por en cima y más allá de todo esto, el Todopoderoso, el Pudiente, el Omnipotente.(4)

¡Oh Qurratu'l-'Ayn! Vuélvete ansiosamente hacia Dios, en tu Causa, pues los pueblos del mundo se han alzado inicuamente, y si no fuera por la efusión de la gracia de Dios y su favor hacia ellos nadie podría purificar una sola alma nunca jamás. 26 ¡Oh Qurratu'l-'Ayn! La vida futura es en verdad para Ti y para aquellos que siguen tu Causa mucho más beneficiosa que esta vida terrena y sus placeres. Esto es lo que ha sido preordinado de acuerdo con las disposiciones de la Providencia.. (5 ). pag49 SEBab coran24:21

Referencias;
-Wayra, signos señales
1.-pasajes de los Escritos pag 43.
2.-Cap29 PEB. Pág.-48.
3.-Iqan.-pag 88-89-90-91.
31. Qur'án 29:23.
32. Qur'án 2:46.
33. Qur'án 2:249.
34. Qur'án 18:111.
35. Qur'án 13:2.
36. Qur'án 17:44.
37. Qur'án 78:29.
38. Qur'án 57:3.
4.-Selecciones de los Escritos del Bab. Pág. 160
5.- pag49. Selección de los Escritos del Báb. Corán 24:21
Lima,19 de agosto del 2006. Gerson

0 Comments:

Post a Comment

<< Home