El llamado divino del Heraldo Celestial.
Por José Elías
Tema soberanía
El Qá´im: El Que aparece (de la familia o linaje de Muhammad (Mahoma).El Báb .Cuando aparezca el Qá´im, ese día es el Día de la Resurrección”.(Qur´an 2:210)Los Musulmanes Shiáh esperan el Duodecimo Iman, el Mihdí para traer el reinado de la rectitud al mundo. El Báb se declaro Qá´im y la Puerta (Báb) aun Mensajero mayor; Aquel a Quien Dios hará manifiesto (Baha´u´llah.)
De ello da testimonio cuanto ha podido presenciarse en esta maravillosa y exaltada Dispensación. Miríadas de versículos sagrados han sido enviadas desde el cielo del poder y la gracia; sin embargo, nadie se ha vuelto hacia ellos ni ha dejado de aferrarse a aquellas palabras de los hombres, de las cuales ni una letra comprenden quienes las han pronunciado. Por esta razón la gente ha puesto en duda verdades indiscutibles como éstas, y se han privado del Ridván del conocimiento divino y de los prados de sabiduría celestial.
Ahora, para resumir Nuestro argumento sobre la pregunta: ¿Por qué no se manifestó en modo alguno la soberanía del Qá'im que fuera afirmada en el texto de las tradiciones escritas y transmitida por las brillantes estrellas de la Dispensación de Muhammad? Más bien ha sucedido lo contrario. ¿No han sido Sus discípulos y compañeros afligidos por los hombres? ¿No son acaso víctimas aún de la feroz oposición de sus enemigos? ¿No llevan hoy día la vida de mortales humillados e impotentes? Ciertamente, la soberanía atribuida al Qá'im que se menciona en las escrituras es una realidad de la cual nadie puede dudar. Sin embargo, esa soberanía no es la que falsamente imaginan las mentes de los hombres. Además, los Profetas de antaño, todos y cada uno de ellos, cada vez que anunciaron al pueblo de su día el advenimiento de la Revelación venidera se refirieron de forma invariable y específica a la soberanía con la cual necesariamente debía estar investida la Manifestación prometida. Así lo constatan las Escrituras del pasado. Esa soberanía no ha sido atribuida única y exclusivamente al Qá'im. Más bien, el atributo de soberanía y todos los otros nombres y atributos de Dios han sido y serán siempre concedidos a todas las Manifestaciones de Dios, antes y después de Él, por cuanto estas Manifestaciones son, como ya se ha explicado, las Personificaciones de los atributos de Dios, el Invisible, y los Reveladores de los misterios divinos.(1)
. El sabio y juicioso Manú ihr án no pudo resistir la tentación de visitar a tan extraño e inquietante personaje. Ante una selecta asamblea formada por los sacerdotes más dotados, él, georgiano de origen y cristiano de nacimiento, pidió al Báb que expusiera y demostrara la verdad de la misión específica de Mu ammad. A esta petición, que los presentes se sintieron obligados a declinar, accedió el Báb con presteza. En menos de dos horas, y en el espacio de cincuenta páginas, no sólo había revelado una disertación detenida, vigorosa y original sobre este noble tema, sino que también la relacionó con la llegada del Qá’im y el retorno del Imam Husayn, una exposición que impulsó a Manú ihr án a declarar ante la concurrencia su fe en el Profeta del islam, así como su reconocimiento de los dones sobrenaturales con que estaba dotado el Autor de tratado tan convincente.(2)
El Báb, aclamado por Bahá’u’lláh como
la «Esencia de Esencias», el «Mar de Mares»,
el «Punto alrededor del cual giran las realidades de los Profetas y Sus mensajeros»,
«de Quien Dios ha hecho que proceda el conocimiento de todo lo que fue y será»,
cuyo «rango supera al de todos los Profetas», y
cuya «revelación trasciende la comprensión e inteligencia de todos sus escogidos»,
había entregado Su mensaje y cumplido Su misión.
Él,Quien era, en palabras de ‘Abdu’l-Bahá,
la «Mañana de la Verdad» y
el «Heraldo de la Más Grande Luz»,
Cuyo advenimiento señalaba al mismo tiempo la conclusión de Su «ciclo profético» y el principio de Su «Ciclo del Cumplimiento», había disipado mediante Su Revelación las tinieblas de la noche que se habían abatido sobre Su país y proclamado el próximo surgimiento de ese Orbe Incomparable cuya irradiación habría de reagrupar a la humanidad entera. Él, tal como afirma Él mismo,
«El Punto primordial del que han sido generadas todas las cosas creadas»,
«uno de los pilares que sostienen la Palabra Primordial de Dios»,
el «Templo Místico»,
el «Gran Anuncio»,
la «Llama de Su luz excelsa que brilló sobre el Sinaí»,
el «Recuerdo de Dios» con relación a Quien «fue establecida aparte una Alianza con todos y cada uno de los Profetas»
había cumplido a una, con Su advenimiento, la promesa de todas las épocas y principiado la consumación de todas las Revelaciones.
Él, el Qá’im» («el Que Se alza») el que fuera prometido a los Sh í’íes,
El «Mihdí» («el Que es guiado») esperado por los sunníes,
el «regreso de San Juan el Bautista» esperado por los cristianos,
el «Ú ídar-Máh» al que aluden las escrituras zoroastras,
el «regreso de Elías» anticipado por los judíos, cuya Revelación habría de mostrar «los signos y prendas de todos los Profetas», Quien habría de «manifestar la perfección de Moisés, el brillo de Jesús y la paciencia de Job»
Había aparecido, proclamó Su Causa, fue perseguido inmisericordemente y murió con gloria. -Por fin había aparecido el «Segundo ay» que menciona el Apocalipsis de San Juan el Divino, y fue enviado el primero de los dos «Mensajeros», Cuya aparición había sido profetizada en el Corán.
Por fin había resonado el primer «trompetazo», destinado a golpear la tierra con exterminio y que anunciara este último Libro. «Lo Inevitable», «la Catástrofe», «la Resurrección», «el Terremoto de la Última Hora», predichos en el mismo Libro, había cobrado realidad. Los «claros signos» habían sido «enviados», y el «espíritu» había sido «insuflado», y
las «almas» habían «despertado»,
y los cielos «habían sido hendidos» y
los «ángeles» se«dispusieron en formación»,
y las «estrellas» fueron «borradas»,
y la «tierra» había «descargado su fardo»,
y el «Paraíso» había sido «acercado»,
y «se hizo arder» el «infierno», y
el «Libro» quedó «dispuesto», y
el «puente» fue «tendido»,
y la «balanza» había sido «establecida»,
y las «montañas esparcidas por el polvo».
--Se había cumplido la «limpieza del Santuario», profetizada por Daniel y confirmada por Jesucristo en Su referencia a la «abominación de la desolación».
El «día cuya duración será de mil años», prevista por el Apóstol de Dios en Su Libro, había terminado.
Habíanse agotado los «cuarenta y dos meses», durante los cuales, según predijera san Juan el Divino, la «ciudad Santa» sería hollada.
Se había inaugurado la «hora del final», y el primero de los «dos Testigos» a los cuales, «cumplidos tres días y medio» se les insuflaría «el espíritu de Vida de Dios», se habían alzado y habían «ascendido en una nube al cielo».
Se habían revelado las «restantes veinticinco letras que habían de ser manifestadas», de acuerdo con la tradición islámica, de entre las «veintisiete letras» de las que se decía que constaba el Conocimiento.
El «Hombre niño», mencionado en el Libro de la Revelación, destinado a «gobernar todas las naciones con vara de hierro», había liberado, mediante Su venida, las
energías creadoras que, reforzadas por las efusiones de una Revelación infinitamente más poderosa que pronto la sucedería, habían de dotar a la raza humana entera de la capacidad de forjar su unificación orgánica, lograr la madurez y con ello alcanzar la etapa final de una era de evolución.
Habíase dado en el Qayyúmu’l-Asmá’ el toque de clarín dirigido al «concurso de Reyes y de los hijos de Reyes», el cual señalaba el comienzo de un proceso que, acelerado por los avisos posteriores de Bahá’u’lláh dirigidos a la compañía entera de los monarcas de Oriente y Occidente, habría de desatar tan amplia revolución en la suerte de la realeza.
El «orden», cuya fundación había de establecer el Prometido en el Kitáb-i-Aqdas, y cuyos rasgos trazaría el Centro de la Alianza en Su Testamento, y cuya armazón administrativa están erigiendo ahora Sus seguidores, quedó anunciado categóricamente en el Bayán persa. Se habían formulado y proclamado claramente las leyes que estaban destinadas, por un lado, a abolir de golpe los privilegios y ceremonias, las disposiciones e instituciones de una Dispensación decadente, y a colmar, por otro lado, el foso entre un sistema obsoleto y las instituciones de un Orden mundial destinado a sustituirlo.(3)
Considera que hasta el año en que habría de manifestarse esa Quintaesencia de la Luz está específicamente consignado en las tradiciones; sin embargo, siguen desatentos, sin dejar un solo momento de ocuparse en sus deseos egoístas. Según la tradición, Mufaddal preguntó a «Sádiq: "¿Qué dirás del signo de Su manifestación, oh mi maestro?" Él respondió: "En el año sesenta, Su Causa será revelada y será Su Nombre proclamado".
¡Qué extraño!; a pesar de estas explícitas y claras referencias, estos hombres han rehuido la Verdad. Por ejemplo, se ha hecho mención en las tradiciones del pasado acerca del dolor, encarcelamiento y aflicciones causados a esa Esencia de la virtud divina.
Está escrito en el "Bihár": "En nuestro Qá'im estarán cuatro señales de cuatro Profetas: Moisés, Jesús, José y Muhammad. La señal de Moisés es el temor y la espera; la señal de Jesús, lo que de Él se dijo; la señal de José, el encarcelamiento y la disimulación; y la señal de Muhammad, la revelación de un Libro semejante al Qur'án".
A pesar de esta concluyente tradición, que en lenguaje inequívoco prefigura los sucesos del presente día, no se encuentra nadie que haya prestado atención a esa profecía, y me parece que nadie lo hará en el futuro, excepto quien sea la voluntad de tu Señor. "Dios ciertamente hará escuchar a quienes sea Su voluntad, mas no haremos escuchar a aquellos que están en sus tumbas".( 4 )
¿Cómo -Nos preguntamos- explican ellos la tradición antes mencionada, tradición que en términos inequívocos anuncia la revelación de cosas inescrutables y la llegada de acontecimientos nuevos y maravillosos en Su día? Sucesos tan asombrosos crean tal disensión entre los hombres, que todos los sacerdotes y doctores sentencian a muerte a Él y a Sus compañeros, y todos los pueblos de la Tierra se levantan para oponérsele.
Así se ha consignado en el "Káfí", en la tradición del Jábir, en la "Tabla de Fátimih", acerca del carácter del Qá'im:
--- "Manifestará la perfección de Moisés, el esplendor de Jesús y la paciencia de Job.
---En Su día serán humillados Sus elegidos.
--Sus cabezas serán ofrecidas como regalo, lo mismo que las cabezas de turcos y deilamitas. Serán muertos y quemados.
-- El miedo se apoderará de ellos; la consternación y alarma aterrorizarán sus corazones.
- Se teñirá la tierra con su sangre. Llorarán y se lamentarán sus mujeres.
- ¡Éstos son en verdad mis amigos!" Reflexiona: ni una sola letra de esta tradición ha quedado sin cumplirse
En la mayoría de los lugares se ha derramado su bendita sangre;
en cada ciudad se les ha hecho cautivos, se les ha exhibido por todas las provincias y, a algunos, se les ha quemado.
Y, sin embargo, nadie se ha detenido a pensar que si el Qá'im prometido hubiera de revelar la ley y ordenanzas de una Dispensación anterior,
¿para qué, entonces, habrían de consignarse tales tradiciones, y por qué habría de suscitarse tal disensión y conflicto, que el pueblo creyera su obligación dar muerte a esos compañeros, y considerara la persecución de esas almas santas como medio de lograr el supremo favor?(5)
He aquí cómo, no obstante estas y otras tradiciones semejantes, vanamente sostienen que las leyes reveladas anteriormente no deben de ningún modo alterarse. Y, sin embargo, ¿no es el objeto de toda Revelación efectuar una transformación del carácter total de la humanidad, transformación que ha de manifestarse tanto exterior como interiormente, afectando su vida interior y sus condiciones externas? Ya que si no fuese cambiado el carácter de la humanidad, sería evidente la futilidad de las Manifestaciones universales de Dios. En el 'Aválim, libro autorizado y bien conocido, consta lo siguiente: "Aparecerá un Joven de los Baní-Háshim, Quien revelará un nuevo Libro y promulgará una nueva ley"; luego siguen estas palabras: "La mayoría de Sus enemigos serán los sacerdotes". En otro pasaje se cuenta que «Sádiq, hijo de Muhammad, dijo lo siguiente: "Aparecerá un Joven de entre los Baní-Háshim, Quien ordenará a los hombres jurarle lealtad. Su Libro será un nuevo Libro, y Él llamará a los hombres a prometerle fidelidad. Severa es Su Revelación para el árabe. Si oís acerca de Él, daos prisa en ir hacia Él". ¡Qué bien han seguido las instrucciones de los imanes de la Fe y de las Lámparas de la certeza! Aunque se expresa claramente: "Si escucháis que ha aparecido un Joven de entre los Baní-Háshim que llama a los hombres a un nuevo Libro Divino y a nuevas leyes Divinas, apresuraos a ir hacia Él", con todo, han declarado infiel a ese Señor de la existencia y Le han acusado de hereje. No se han apresurado a ir hacia esa Luz háshimí, esa divina Manifestación, salvo con espadas desenvainadas y corazones llenos de malevolencia. Además, observa cuán explícitamente se menciona en los libros la enemistad de los sacerdotes. A pesar de todas estas tradiciones claras y significativas, todas esas alusiones inequívocas e indiscutibles, la gente ha rechazado a la inmaculada Esencia del conocimiento y de la santa prolación, volviéndose hacia los exponentes de la rebelión y del error. A pesar de estas tradiciones escritas y de estas palabras reveladas, sólo dicen lo que les sugieren sus propios deseos egoístas. Y si la Esencia de la verdad revelara lo que les es contrario a sus inclinaciones y deseos, inmediatamente Le denunciarían como infiel y protestarían diciendo: "Esto es contrario a las palabras de los imanes de la Fe y de las luces resplandecientes. No se estipula nada parecido en nuestra Ley inviolable". Aun así, en este día, tan inútiles declaraciones han sido y siguen siendo formuladas por estos pobres mortales. (6)
Pondera en tu corazón estos importantísimos acontecimientos, para que comprendas la grandeza de esta Revelación y percibas su gloria asombrosa. Entonces, por la gracia del misericordioso, le será infundido a tu ser el espíritu de fe, y habitarás y tomarás asiento en la sede de la certeza. El Dios único Me sirve de testigo: Si meditaras un momento, admitirías que, aparte de todas estas verdades demostradas y pruebas antes mencionadas, el repudio, maldición y execración pronunciados por el pueblo de la Tierra son en sí la prueba más poderosa y el más firme testimonio de la verdad de esos héroes en el campo de la resignación y el desprendimiento. Cada vez que medites sobre los reparos que han puesto los hombres, sean sacerdotes, eruditos o ignorantes, más firme y constante serás en la Fe. Pues todo lo que ha ocurrido ha sido profetizado por aquellos que son las Minas del conocimiento divino y Recipientes de la eterna ley de Dios. (7)
Otra prueba y demostración de la verdad de esta Revelación, que entre todas las demás pruebas brilla como el sol, es la constancia con que la eterna Belleza proclamó la Fe de Dios. Aunque era joven y de tierna edad, y la Causa que revelaba era contraria al deseo de todos los pueblos de la Tierra: de elevados y humildes, ricos y pobres, ensalzados y humillados, reyes y vasallos, con todo, se levantó y la proclamó resueltamente.
Ahora, considera cómo este Sadrih del Ridván de Dios, en la flor de Su juventud, se levantó a proclamar la Causa de Dios. Mira qué constancia ha revelado esa Belleza de Dios. El mundo entero se levantó para oponérsele, pero fracasó miserablemente: cuanto más severa se hacía la persecución que desataban contra ese Sadrih de la Bienaventuranza, más crecía Su fervor y con más brillo ardía la llama de Su amor. Todo esto es evidente y nadie discute tal verdad. Finalmente entregó Su alma y alzó el vuelo hacia los reinos de lo alto.
Y entre las pruebas de la verdad de Su Manifestación estaba el ascendiente, el trascendente poder y supremacía que Él, el Revelador del ser y Manifestación del Adorado, solo y sin ayuda, ha revelado por todo el mundo. Apenas se había revelado esa eterna Belleza en Shíráz, en el año sesenta, hendiendo el velo del encubrimiento, cuando se manifestaron en todos los países los signos del ascendiente, del poder, de la soberanía y de la fuerza que emanaba de aquella Esencia de las esencias y Océano de los océanos. Tan es así, que en cada ciudad aparecieron los signos, pruebas, señales y testimonios de esa Lumbrera divina. ¡Cuántos son los corazones puros y bondadosos que fielmente han reflejado la luz de ese Sol eterno, y qué numerosos son los efluvios de conocimiento provenientes de ese Océano de sabiduría divina que ha envuelto a todos los seres! En cada ciudad, todos los sacerdotes y dignatarios se levantaron para oponerse a ellos y dominarlos, y se armaron de malevolencia, de envidia y tiranía para destruirlos. ¡Qué grande el número de esas almas santas y esencias de la justicia que fueron muertas, acusadas de tiranía! Y ¡cuántas personificaciones de la pureza, que no mostraban más que verdadero conocimiento y obras inmaculadas, sufrieron atroz muerte! A pesar de todo esto, cada uno de estos santos seres, hasta en su último momento, pronunció el Nombre de Dios, remontándose en el reino de la sumisión y resignación. Tal era la potencia e influencia transformadora que ejercía sobre ellos, que dejaron de abrigar deseo alguno salvo Su voluntad, unciendo su alma a Su recuerdo. pag 144
Báb, el: significa “La Puerta”El Titulo asumido por Siyyid ´Ali-Muhammad, el precursor de Baha´u´llah y Profeta Fundador de la Fe Babi. El nació en Shiraz, Persia (Irán) el 20 de Octubre de 1819 y fue martirizado en Tabriz, Irán, el 9 de julio de 1850.
Referencia:
1.-Pág. 70. Libro, Kitab-i-Iqan(Libro de la Certeza)
2.-Pág. 14 Libro Dios Pasa. de Shoghi Effendi
3.-Pág. 55 - Dios pasa.
4.-El libro de la Certeza Pág. 156.Revelado por Bahá´u´llah.
5.-ídem. Pág. 150
6.-ídem. Pág. 148
7.-ídem. Pág. 145
Lima,13 de Agosto del 2006 por Gerson Elias
Por José Elías
Tema soberanía
El Qá´im: El Que aparece (de la familia o linaje de Muhammad (Mahoma).El Báb .Cuando aparezca el Qá´im, ese día es el Día de la Resurrección”.(Qur´an 2:210)Los Musulmanes Shiáh esperan el Duodecimo Iman, el Mihdí para traer el reinado de la rectitud al mundo. El Báb se declaro Qá´im y la Puerta (Báb) aun Mensajero mayor; Aquel a Quien Dios hará manifiesto (Baha´u´llah.)
De ello da testimonio cuanto ha podido presenciarse en esta maravillosa y exaltada Dispensación. Miríadas de versículos sagrados han sido enviadas desde el cielo del poder y la gracia; sin embargo, nadie se ha vuelto hacia ellos ni ha dejado de aferrarse a aquellas palabras de los hombres, de las cuales ni una letra comprenden quienes las han pronunciado. Por esta razón la gente ha puesto en duda verdades indiscutibles como éstas, y se han privado del Ridván del conocimiento divino y de los prados de sabiduría celestial.
Ahora, para resumir Nuestro argumento sobre la pregunta: ¿Por qué no se manifestó en modo alguno la soberanía del Qá'im que fuera afirmada en el texto de las tradiciones escritas y transmitida por las brillantes estrellas de la Dispensación de Muhammad? Más bien ha sucedido lo contrario. ¿No han sido Sus discípulos y compañeros afligidos por los hombres? ¿No son acaso víctimas aún de la feroz oposición de sus enemigos? ¿No llevan hoy día la vida de mortales humillados e impotentes? Ciertamente, la soberanía atribuida al Qá'im que se menciona en las escrituras es una realidad de la cual nadie puede dudar. Sin embargo, esa soberanía no es la que falsamente imaginan las mentes de los hombres. Además, los Profetas de antaño, todos y cada uno de ellos, cada vez que anunciaron al pueblo de su día el advenimiento de la Revelación venidera se refirieron de forma invariable y específica a la soberanía con la cual necesariamente debía estar investida la Manifestación prometida. Así lo constatan las Escrituras del pasado. Esa soberanía no ha sido atribuida única y exclusivamente al Qá'im. Más bien, el atributo de soberanía y todos los otros nombres y atributos de Dios han sido y serán siempre concedidos a todas las Manifestaciones de Dios, antes y después de Él, por cuanto estas Manifestaciones son, como ya se ha explicado, las Personificaciones de los atributos de Dios, el Invisible, y los Reveladores de los misterios divinos.(1)
. El sabio y juicioso Manú ihr án no pudo resistir la tentación de visitar a tan extraño e inquietante personaje. Ante una selecta asamblea formada por los sacerdotes más dotados, él, georgiano de origen y cristiano de nacimiento, pidió al Báb que expusiera y demostrara la verdad de la misión específica de Mu ammad. A esta petición, que los presentes se sintieron obligados a declinar, accedió el Báb con presteza. En menos de dos horas, y en el espacio de cincuenta páginas, no sólo había revelado una disertación detenida, vigorosa y original sobre este noble tema, sino que también la relacionó con la llegada del Qá’im y el retorno del Imam Husayn, una exposición que impulsó a Manú ihr án a declarar ante la concurrencia su fe en el Profeta del islam, así como su reconocimiento de los dones sobrenaturales con que estaba dotado el Autor de tratado tan convincente.(2)
El Báb, aclamado por Bahá’u’lláh como
la «Esencia de Esencias», el «Mar de Mares»,
el «Punto alrededor del cual giran las realidades de los Profetas y Sus mensajeros»,
«de Quien Dios ha hecho que proceda el conocimiento de todo lo que fue y será»,
cuyo «rango supera al de todos los Profetas», y
cuya «revelación trasciende la comprensión e inteligencia de todos sus escogidos»,
había entregado Su mensaje y cumplido Su misión.
Él,Quien era, en palabras de ‘Abdu’l-Bahá,
la «Mañana de la Verdad» y
el «Heraldo de la Más Grande Luz»,
Cuyo advenimiento señalaba al mismo tiempo la conclusión de Su «ciclo profético» y el principio de Su «Ciclo del Cumplimiento», había disipado mediante Su Revelación las tinieblas de la noche que se habían abatido sobre Su país y proclamado el próximo surgimiento de ese Orbe Incomparable cuya irradiación habría de reagrupar a la humanidad entera. Él, tal como afirma Él mismo,
«El Punto primordial del que han sido generadas todas las cosas creadas»,
«uno de los pilares que sostienen la Palabra Primordial de Dios»,
el «Templo Místico»,
el «Gran Anuncio»,
la «Llama de Su luz excelsa que brilló sobre el Sinaí»,
el «Recuerdo de Dios» con relación a Quien «fue establecida aparte una Alianza con todos y cada uno de los Profetas»
había cumplido a una, con Su advenimiento, la promesa de todas las épocas y principiado la consumación de todas las Revelaciones.
Él, el Qá’im» («el Que Se alza») el que fuera prometido a los Sh í’íes,
El «Mihdí» («el Que es guiado») esperado por los sunníes,
el «regreso de San Juan el Bautista» esperado por los cristianos,
el «Ú ídar-Máh» al que aluden las escrituras zoroastras,
el «regreso de Elías» anticipado por los judíos, cuya Revelación habría de mostrar «los signos y prendas de todos los Profetas», Quien habría de «manifestar la perfección de Moisés, el brillo de Jesús y la paciencia de Job»
Había aparecido, proclamó Su Causa, fue perseguido inmisericordemente y murió con gloria. -Por fin había aparecido el «Segundo ay» que menciona el Apocalipsis de San Juan el Divino, y fue enviado el primero de los dos «Mensajeros», Cuya aparición había sido profetizada en el Corán.
Por fin había resonado el primer «trompetazo», destinado a golpear la tierra con exterminio y que anunciara este último Libro. «Lo Inevitable», «la Catástrofe», «la Resurrección», «el Terremoto de la Última Hora», predichos en el mismo Libro, había cobrado realidad. Los «claros signos» habían sido «enviados», y el «espíritu» había sido «insuflado», y
las «almas» habían «despertado»,
y los cielos «habían sido hendidos» y
los «ángeles» se«dispusieron en formación»,
y las «estrellas» fueron «borradas»,
y la «tierra» había «descargado su fardo»,
y el «Paraíso» había sido «acercado»,
y «se hizo arder» el «infierno», y
el «Libro» quedó «dispuesto», y
el «puente» fue «tendido»,
y la «balanza» había sido «establecida»,
y las «montañas esparcidas por el polvo».
--Se había cumplido la «limpieza del Santuario», profetizada por Daniel y confirmada por Jesucristo en Su referencia a la «abominación de la desolación».
El «día cuya duración será de mil años», prevista por el Apóstol de Dios en Su Libro, había terminado.
Habíanse agotado los «cuarenta y dos meses», durante los cuales, según predijera san Juan el Divino, la «ciudad Santa» sería hollada.
Se había inaugurado la «hora del final», y el primero de los «dos Testigos» a los cuales, «cumplidos tres días y medio» se les insuflaría «el espíritu de Vida de Dios», se habían alzado y habían «ascendido en una nube al cielo».
Se habían revelado las «restantes veinticinco letras que habían de ser manifestadas», de acuerdo con la tradición islámica, de entre las «veintisiete letras» de las que se decía que constaba el Conocimiento.
El «Hombre niño», mencionado en el Libro de la Revelación, destinado a «gobernar todas las naciones con vara de hierro», había liberado, mediante Su venida, las
energías creadoras que, reforzadas por las efusiones de una Revelación infinitamente más poderosa que pronto la sucedería, habían de dotar a la raza humana entera de la capacidad de forjar su unificación orgánica, lograr la madurez y con ello alcanzar la etapa final de una era de evolución.
Habíase dado en el Qayyúmu’l-Asmá’ el toque de clarín dirigido al «concurso de Reyes y de los hijos de Reyes», el cual señalaba el comienzo de un proceso que, acelerado por los avisos posteriores de Bahá’u’lláh dirigidos a la compañía entera de los monarcas de Oriente y Occidente, habría de desatar tan amplia revolución en la suerte de la realeza.
El «orden», cuya fundación había de establecer el Prometido en el Kitáb-i-Aqdas, y cuyos rasgos trazaría el Centro de la Alianza en Su Testamento, y cuya armazón administrativa están erigiendo ahora Sus seguidores, quedó anunciado categóricamente en el Bayán persa. Se habían formulado y proclamado claramente las leyes que estaban destinadas, por un lado, a abolir de golpe los privilegios y ceremonias, las disposiciones e instituciones de una Dispensación decadente, y a colmar, por otro lado, el foso entre un sistema obsoleto y las instituciones de un Orden mundial destinado a sustituirlo.(3)
Considera que hasta el año en que habría de manifestarse esa Quintaesencia de la Luz está específicamente consignado en las tradiciones; sin embargo, siguen desatentos, sin dejar un solo momento de ocuparse en sus deseos egoístas. Según la tradición, Mufaddal preguntó a «Sádiq: "¿Qué dirás del signo de Su manifestación, oh mi maestro?" Él respondió: "En el año sesenta, Su Causa será revelada y será Su Nombre proclamado".
¡Qué extraño!; a pesar de estas explícitas y claras referencias, estos hombres han rehuido la Verdad. Por ejemplo, se ha hecho mención en las tradiciones del pasado acerca del dolor, encarcelamiento y aflicciones causados a esa Esencia de la virtud divina.
Está escrito en el "Bihár": "En nuestro Qá'im estarán cuatro señales de cuatro Profetas: Moisés, Jesús, José y Muhammad. La señal de Moisés es el temor y la espera; la señal de Jesús, lo que de Él se dijo; la señal de José, el encarcelamiento y la disimulación; y la señal de Muhammad, la revelación de un Libro semejante al Qur'án".
A pesar de esta concluyente tradición, que en lenguaje inequívoco prefigura los sucesos del presente día, no se encuentra nadie que haya prestado atención a esa profecía, y me parece que nadie lo hará en el futuro, excepto quien sea la voluntad de tu Señor. "Dios ciertamente hará escuchar a quienes sea Su voluntad, mas no haremos escuchar a aquellos que están en sus tumbas".( 4 )
¿Cómo -Nos preguntamos- explican ellos la tradición antes mencionada, tradición que en términos inequívocos anuncia la revelación de cosas inescrutables y la llegada de acontecimientos nuevos y maravillosos en Su día? Sucesos tan asombrosos crean tal disensión entre los hombres, que todos los sacerdotes y doctores sentencian a muerte a Él y a Sus compañeros, y todos los pueblos de la Tierra se levantan para oponérsele.
Así se ha consignado en el "Káfí", en la tradición del Jábir, en la "Tabla de Fátimih", acerca del carácter del Qá'im:
--- "Manifestará la perfección de Moisés, el esplendor de Jesús y la paciencia de Job.
---En Su día serán humillados Sus elegidos.
--Sus cabezas serán ofrecidas como regalo, lo mismo que las cabezas de turcos y deilamitas. Serán muertos y quemados.
-- El miedo se apoderará de ellos; la consternación y alarma aterrorizarán sus corazones.
- Se teñirá la tierra con su sangre. Llorarán y se lamentarán sus mujeres.
- ¡Éstos son en verdad mis amigos!" Reflexiona: ni una sola letra de esta tradición ha quedado sin cumplirse
En la mayoría de los lugares se ha derramado su bendita sangre;
en cada ciudad se les ha hecho cautivos, se les ha exhibido por todas las provincias y, a algunos, se les ha quemado.
Y, sin embargo, nadie se ha detenido a pensar que si el Qá'im prometido hubiera de revelar la ley y ordenanzas de una Dispensación anterior,
¿para qué, entonces, habrían de consignarse tales tradiciones, y por qué habría de suscitarse tal disensión y conflicto, que el pueblo creyera su obligación dar muerte a esos compañeros, y considerara la persecución de esas almas santas como medio de lograr el supremo favor?(5)
He aquí cómo, no obstante estas y otras tradiciones semejantes, vanamente sostienen que las leyes reveladas anteriormente no deben de ningún modo alterarse. Y, sin embargo, ¿no es el objeto de toda Revelación efectuar una transformación del carácter total de la humanidad, transformación que ha de manifestarse tanto exterior como interiormente, afectando su vida interior y sus condiciones externas? Ya que si no fuese cambiado el carácter de la humanidad, sería evidente la futilidad de las Manifestaciones universales de Dios. En el 'Aválim, libro autorizado y bien conocido, consta lo siguiente: "Aparecerá un Joven de los Baní-Háshim, Quien revelará un nuevo Libro y promulgará una nueva ley"; luego siguen estas palabras: "La mayoría de Sus enemigos serán los sacerdotes". En otro pasaje se cuenta que «Sádiq, hijo de Muhammad, dijo lo siguiente: "Aparecerá un Joven de entre los Baní-Háshim, Quien ordenará a los hombres jurarle lealtad. Su Libro será un nuevo Libro, y Él llamará a los hombres a prometerle fidelidad. Severa es Su Revelación para el árabe. Si oís acerca de Él, daos prisa en ir hacia Él". ¡Qué bien han seguido las instrucciones de los imanes de la Fe y de las Lámparas de la certeza! Aunque se expresa claramente: "Si escucháis que ha aparecido un Joven de entre los Baní-Háshim que llama a los hombres a un nuevo Libro Divino y a nuevas leyes Divinas, apresuraos a ir hacia Él", con todo, han declarado infiel a ese Señor de la existencia y Le han acusado de hereje. No se han apresurado a ir hacia esa Luz háshimí, esa divina Manifestación, salvo con espadas desenvainadas y corazones llenos de malevolencia. Además, observa cuán explícitamente se menciona en los libros la enemistad de los sacerdotes. A pesar de todas estas tradiciones claras y significativas, todas esas alusiones inequívocas e indiscutibles, la gente ha rechazado a la inmaculada Esencia del conocimiento y de la santa prolación, volviéndose hacia los exponentes de la rebelión y del error. A pesar de estas tradiciones escritas y de estas palabras reveladas, sólo dicen lo que les sugieren sus propios deseos egoístas. Y si la Esencia de la verdad revelara lo que les es contrario a sus inclinaciones y deseos, inmediatamente Le denunciarían como infiel y protestarían diciendo: "Esto es contrario a las palabras de los imanes de la Fe y de las luces resplandecientes. No se estipula nada parecido en nuestra Ley inviolable". Aun así, en este día, tan inútiles declaraciones han sido y siguen siendo formuladas por estos pobres mortales. (6)
Pondera en tu corazón estos importantísimos acontecimientos, para que comprendas la grandeza de esta Revelación y percibas su gloria asombrosa. Entonces, por la gracia del misericordioso, le será infundido a tu ser el espíritu de fe, y habitarás y tomarás asiento en la sede de la certeza. El Dios único Me sirve de testigo: Si meditaras un momento, admitirías que, aparte de todas estas verdades demostradas y pruebas antes mencionadas, el repudio, maldición y execración pronunciados por el pueblo de la Tierra son en sí la prueba más poderosa y el más firme testimonio de la verdad de esos héroes en el campo de la resignación y el desprendimiento. Cada vez que medites sobre los reparos que han puesto los hombres, sean sacerdotes, eruditos o ignorantes, más firme y constante serás en la Fe. Pues todo lo que ha ocurrido ha sido profetizado por aquellos que son las Minas del conocimiento divino y Recipientes de la eterna ley de Dios. (7)
Otra prueba y demostración de la verdad de esta Revelación, que entre todas las demás pruebas brilla como el sol, es la constancia con que la eterna Belleza proclamó la Fe de Dios. Aunque era joven y de tierna edad, y la Causa que revelaba era contraria al deseo de todos los pueblos de la Tierra: de elevados y humildes, ricos y pobres, ensalzados y humillados, reyes y vasallos, con todo, se levantó y la proclamó resueltamente.
Ahora, considera cómo este Sadrih del Ridván de Dios, en la flor de Su juventud, se levantó a proclamar la Causa de Dios. Mira qué constancia ha revelado esa Belleza de Dios. El mundo entero se levantó para oponérsele, pero fracasó miserablemente: cuanto más severa se hacía la persecución que desataban contra ese Sadrih de la Bienaventuranza, más crecía Su fervor y con más brillo ardía la llama de Su amor. Todo esto es evidente y nadie discute tal verdad. Finalmente entregó Su alma y alzó el vuelo hacia los reinos de lo alto.
Y entre las pruebas de la verdad de Su Manifestación estaba el ascendiente, el trascendente poder y supremacía que Él, el Revelador del ser y Manifestación del Adorado, solo y sin ayuda, ha revelado por todo el mundo. Apenas se había revelado esa eterna Belleza en Shíráz, en el año sesenta, hendiendo el velo del encubrimiento, cuando se manifestaron en todos los países los signos del ascendiente, del poder, de la soberanía y de la fuerza que emanaba de aquella Esencia de las esencias y Océano de los océanos. Tan es así, que en cada ciudad aparecieron los signos, pruebas, señales y testimonios de esa Lumbrera divina. ¡Cuántos son los corazones puros y bondadosos que fielmente han reflejado la luz de ese Sol eterno, y qué numerosos son los efluvios de conocimiento provenientes de ese Océano de sabiduría divina que ha envuelto a todos los seres! En cada ciudad, todos los sacerdotes y dignatarios se levantaron para oponerse a ellos y dominarlos, y se armaron de malevolencia, de envidia y tiranía para destruirlos. ¡Qué grande el número de esas almas santas y esencias de la justicia que fueron muertas, acusadas de tiranía! Y ¡cuántas personificaciones de la pureza, que no mostraban más que verdadero conocimiento y obras inmaculadas, sufrieron atroz muerte! A pesar de todo esto, cada uno de estos santos seres, hasta en su último momento, pronunció el Nombre de Dios, remontándose en el reino de la sumisión y resignación. Tal era la potencia e influencia transformadora que ejercía sobre ellos, que dejaron de abrigar deseo alguno salvo Su voluntad, unciendo su alma a Su recuerdo. pag 144
Báb, el: significa “La Puerta”El Titulo asumido por Siyyid ´Ali-Muhammad, el precursor de Baha´u´llah y Profeta Fundador de la Fe Babi. El nació en Shiraz, Persia (Irán) el 20 de Octubre de 1819 y fue martirizado en Tabriz, Irán, el 9 de julio de 1850.
Referencia:
1.-Pág. 70. Libro, Kitab-i-Iqan(Libro de la Certeza)
2.-Pág. 14 Libro Dios Pasa. de Shoghi Effendi
3.-Pág. 55 - Dios pasa.
4.-El libro de la Certeza Pág. 156.Revelado por Bahá´u´llah.
5.-ídem. Pág. 150
6.-ídem. Pág. 148
7.-ídem. Pág. 145
Lima,13 de Agosto del 2006 por Gerson Elias
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